El salario emocional, el gran olvidado, ha pasado de ser una palabra de moda a convertirse en una necesidad vital. Y no lo digo desde la teoría, lo digo desde la experiencia. Porque antes de ser abogada, soy persona. Y antes de amar el derecho, tuve que aprender a cuidarme a mi misma.
Cuando empecé a ejercer, todo era intensidad Horarios infinitos, presión constante, el despacho como segunda casa y, a veces, como única. Me dejé muchas horas, mucha energía y alguna parte de mi que todavía se está recuperando. Pero también gané mucho aprendizaje que no sale en los libros: que no puedes darlo todo si estás vacía, que el reconocimiento no siempre viene en forma de nómina y que sentirte vista y escuchada puede cuando todo tiembla.
Con el tiempo, he aprendido que el salario económico es esencial —no nos engañemos- pero no suficiente. Y que la motivación no se compra, se construye. Se nutre de sentir que tu trabajo tiene sentido, que puedes crecer sin tener que renunciar a tu vida, que tu entorno te hace mejor y no más frágil.
En Laura Escamilla· Boutique Legal no nos sentamos una dia a diseñar un «plan de bienestar»Lo que hicimos fue poner nombre a los que hacíamos: mirar, tennos, cuidarnos los unos a los otros, crear un espacio donde se pudiera trabajar con intensidad, sí, pero también con respeto y consciencia.. Donde la vulnerabilidad no fuera una debilidad sinó una puerta de entrada a la confianza.
Y eso se traduce en muchas pequeñas grandes cosas. En una flexibilidad real, no negociada. En formación continuada que nos hace crecer de verdad. En conversaciones honestas, en silencios seguros, en una cultura que nos dice: «puedes ser tu misma, aquí». En saber que cuando una de nosotras afloja, el equipo responde con empatía, no con presión. En saber que podemos reir después de un juicio duro, o celebrar una pequeña victoria com si fuera la primera. I que, cuando una de nosotras dice: «necesito respirar«, niguno lo cuestiona.
El salario emocional no és un luxe, es una estrategia inteligente. Es lo que hace que el equipo se mantenga cohesionado, comprometido y creativo. Es lo que marca la diferencia entre una oficina con gente trabajando y una lugar donde la gente quiere estar. Y sí, también es lo que nos hace mejores profesionales, porque cuando estamos bien, podemos dar lo mejor de nosotros. Y porque cuando alguno se siente cuidado, tiene más ganas de cuidar.
Por ello, si aún no has sentido que tu lugar de trabajo suma —como profesional y como persona— quizá es el momento de repensar donde inviertes tu tiempo y tu energía. Porque al final no se trata solo de ganar casos, sino de sentir que ganas tú. Y de compartir el camino con quien te inspira, te compaña y te recuerda que vale la pena estar.